El proceso de aprendizaje, camino hacia la innovación.
Desde que nacemos nos encontramos en un continuo aprendizaje. El ser humano no deja de adquirir nuevos conocimientos día a día, lo que hace pasar a nuestro cerebro por diferentes pasos que potencian su desarrollo y por lo tanto mejoran e impulsan la capacidad innovadora del individuo. Las personas, a diferencia de los animales, no nacemos “hechas” ni terminamos de “hacernos” nunca.
Vamos a explicar a continuación el proceso que sigue el cerebro para entender mejor todos los pasos que nos llevan a interiorizar un conocimiento y comprenderlo.
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Incompetencia inconsciente:
Previo al proceso de aprendizaje se encuentra la fase de desconocimiento. Ese conocimiento que estamos a punto de adquirir resulta desconocido para nosotros y tampoco ha resultado necesario hasta el momento, ya sea porque no teníamos las capacidades para adquirirlo, o sencillamente porque no nos había resultado preciso.
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Incompetencia consciente:
En esta segunda fase, tenemos conciencia de nuestro vacío de desconocimiento, lo que provoca que incrementemos nuestra atención ante el tema que se nos presenta como nuevo, con el fin de conocerlo y comprenderlo, para aumentar así nuestro conocimiento.
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Competencia consciente
Esta fase, junto con la anterior, es la más importante del proceso de aprendizaje. La conciencia nos permite elegir. Decidir esforzarnos por aprender y por interiorizar lo aprendido, o desperdiciar la oportunidad de adquirir nuevos conocimientos. En este punto, tras mucha práctica, hemos logrado desarrollar las habilidades necesarias para ser competentes en ese terreno anteriormente desconocido para nosotros.
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Competencia inconsciente
Hemos interiorizado por completo el nuevo conocimiento, y no sólo somos capaces de hacer uso de él, sino que lo podemos llegar a emplear de manera inconsciente. Esta última fase sólo se alcanza haciendo nuestro ese conocimiento. No se trata de una información que forzosamente tratamos de memorizar en nuestra mente, sino que conseguimos que termine siendo parte de nosotros.
Estas cuatro fases descritas, podemos aplicarlas de manera idéntica a la innovación. El proceso innovador pasa por etapas muy similares a las ya descritas, puesto que hablamos de desarrollar algo hasta el momento desconocido o no alcanzado, y por tanto un buen proceso innovador debería recoger estas cuatro fases, con el fin de que ese proceso innovador termine por convertirse en algo propio de la empresa. Es decir, que esa “idea innovadora” se convierta en conocimiento interiorizado y sirva como instrumento para continuar con el ciclo y seguir creciendo, avanzando e innovando.